Columna VI: **Carta abierta a Donald Trump**

Desde el BalcĂłn de LucĂ­a

Desde este balcón con vista al Caribe —ese mar herido por la historia y encendido por la dignidad de nuestros pueblos— elevo esta carta como acto de resistencia.
Porque escribir también es una forma de defendernos, de decir basta, y de nombrar el abuso con su verdadero nombre.

Lo que sigue es una carta que nació del hartazgo, pero también del amor por nuestra gente. Una carta que arde con palabras que no piden permiso. Una carta escrita por una mujer del Caribe que ya no se calla.

28 de enero de 2024

Sr. Donald J. Trump,

Como ciudadana del Caribe, me dirijo a usted con indignación y una profunda preocupación por el impacto de sus políticas y la evidente falta de carácter que ha demostrado en su tiempo como figura pública y líder político. Sus acciones y retóricas han perpetuado un sistema de injusticias que afecta no solo a los inmigrantes latinoamericanos, sino también a las comunidades históricamente marginadas en los Estados Unidos y sus territorios.

En particular, me indigna su polĂ­tica de deportaciĂłn masiva, un enfoque cruel y fascista que ha deshumanizado a miles de personas en busca de un mejor futuro. Cabe destacar que Puerto Rico, siendo una colonia invadida por Estados Unidos en 1898, no representa una “frontera” real con su paĂ­s. Su visiĂłn de los inmigrantes como una amenaza es un acto de hipocresĂ­a histĂłrica. Fueron los colonos blancos europeos quienes llegaron a tierras que pertenecĂ­an a naciones indĂ­genas, desplazándolos y apropiándose de sus recursos. Ahora, su administraciĂłn busca deportar a los descendientes de esas mismas personas que sufrieron siglos de opresiĂłn y despojo.

Su retórica y sus políticas no solo atentan contra los derechos humanos, sino que también perpetúan un sistema colonialista que ya ha causado un daño incalculable. En el Caribe, no necesitamos la imposición de fuerza militar o influencia norteamericana. Si los caribeños y latinoamericanos le resultan una molestia, entonces quizá debería considerar que este es nuestro territorio, nuestra herencia, y nuestra identidad. Como dijo Simón Bolívar, el Libertador: “El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”. Sus políticas, en cambio, no producen ni felicidad, ni seguridad, ni estabilidad.

Además, sus acciones y retóricas me recuerdan las advertencias de Franklin D. Roosevelt: “La prueba de nuestro progreso no es si añadimos más a la abundancia de quienes tienen mucho, sino si proporcionamos lo suficiente a quienes tienen muy poco”. Usted, sin embargo, parece gobernar con el propósito de enriquecer a los ricos y oprimir a los pobres.

La historia nos ha enseñado que el fascismo, la intolerancia y el desprecio hacia los más vulnerables no tienen lugar en una sociedad verdaderamente civilizada. Como dijo Martin Luther King Jr.: “La injusticia en cualquier lugar es una amenaza para la justicia en todas partes”. Su gobierno, lamentablemente, ha demostrado ser una amenaza constante para la justicia.

El mundo necesita lĂ­deres que defiendan la dignidad humana, no que la pisoteen. Es momento de abandonar las polĂ­ticas de odio y exclusiĂłn, y de reconocer que los Estados Unidos son un paĂ­s construido por inmigrantes, que debe su grandeza a la diversidad cultural que usted y sus aliados polĂ­ticos parecen despreciar.

Le exhorto a reflexionar sobre el legado que está dejando y a escuchar las palabras de antifascistas como Winston Churchill: “La guerra es el resultado de que la diplomacia ha fallado”. Sus políticas de enfrentamiento y divisiones internas no están construyendo un país más fuerte, sino uno más frágil.

Si no puede ver la humanidad en aquellos a quienes intenta expulsar, quizá deba considerar si está verdaderamente capacitado para liderar una nación que se jacta de ser la “tierra de los libres”.

Con respeto, pero también con firmeza,

Lucia de Fuego

Postdata desde LucĂ­a:


Desde La Perla hasta cada rincón del mundo que aún resiste al colonialismo y la avaricia, esta carta es para ti también. Para que sepas que no estás solx.
Para que recuerdes que cuando el poder oprime, las palabras se convierten en fuego.

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