Columna XXI – “La cultura no se vende, carajo”

Desde el balcón de Lucía

Hoy escribo con rabia. Pero es una rabia limpia, sagrada.
Una rabia que nace del amor por esta tierra que están desangrando a escondidas.
Una rabia que no se calma con discursos tibios ni con excusas mediocres.

El Senado de Puerto Rico acaba de cometer otro crimen silencioso contra nuestro pueblo. Aprobó una ley para entregar el Instituto de Cultura Puertorriqueña al Departamento de Desarrollo Económico. Como si la cultura fuera una mercancía. Como si nuestro espíritu, nuestras tradiciones, nuestras luchas, pudieran medirse en retornos de inversión.

¿Y saben qué es lo más indignante?
Que lo hacen sin consultar al pueblo. Sin vergüenza. Sin pudor.

Pero eso no fue todo. También extendieron la Ley 60 por treinta años más, legalizando el saqueo del país por parte de ricos extranjeros. Y ahora quieren dar exenciones para seguir construyendo viviendas de lujo, como si aquí no hubiera pobreza, desplazamiento, hambre.

¿Quiénes gobiernan? ¿Para quién gobiernan?
¿Quién se beneficia cuando nos roban la cultura y nos venden el país?
¿Acaso el Estado Libre Asociado se convirtió oficialmente en una agencia de bienes raíces?

Estamos siendo gobernados por gente sin visión, sin alma, sin memoria.
Buscones disfrazados de líderes.
Burócratas enfermos de poder que no entienden lo que es pertenecer a una tierra, cuidar a su gente, honrar su historia.

Y aquí va mi grito:
La cultura no se vende, carajo.
El patrimonio no se entrega.
La memoria no se transfiere como si fuera una finca más en remate.

Nos quieren rendidos, pero lo que han hecho es encendernos.
Somos un pueblo que recuerda, que canta, que resiste.
Y si creen que vamos a quedarnos callades, se equivocan.

Nos toca defender lo que es nuestro.
Con arte, con fuego, con verdad.
Nos toca encender esta isla con dignidad.
Porque todavía hay quienes no estamos en venta.

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