Columna XXV – Dragones flácidos

Desde el balcón de Lucía

La soberbia en el poder es como un veneno que se filtra lento pero constante. Empieza en el gesto de quien se cree intocable, se fortalece con la adulonería de quienes viven de su sombra, y termina en la convicción enfermiza de que todo cuestionamiento es un ataque personal.

Cuando una administración corrupta reacciona con ofensa cada vez que se le exige rendición de cuentas, ya no gobierna: se atrinchera. Y en ese encierro, abusa del poder que le fue conferido por el pueblo, olvidando que ese poder no es un trofeo, sino un encargo frágil y sagrado.

Trump y Jennifer comparten ese mal. La misma alergia a la crítica, la misma reacción desmedida ante cualquier señalamiento, el mismo guion de “yo primero, los míos después… y el pueblo que espere.” Lo vimos en Trump esta semana, vociferando insultos y amenazas a jueces y periodistas, y lo vemos en Jennifer, usando su cargo para blindarse de preguntas legítimas sobre sus alianzas y manejos políticos.

Ambos son dragones flácidos: criaturas que alguna vez pudieron encender fuego, pero que ahora solo escupen humo. Pelean no por justicia ni por equidad, sino para garantizar que quienes menos hacen, más reciban. Y en ese intercambio injusto, se perpetúa la desigualdad, la impunidad y la desconfianza.

La soberbia no construye; erosiona. No escucha; impone. No protege; se protege a sí misma. Y mientras el poder siga siendo tratado como propiedad privada en vez de un servicio público, seguiremos viendo dragones flácidos disputándose el trono… mientras el pueblo, como siempre, queda afuera del castillo.

Pero los pueblos no esperan eternamente. Cuando la puerta del castillo no se abre, aprendemos a construir nuestro propio camino, ladrillo a ladrillo, memoria a memoria, hasta que no queden muros que nos separen de la justicia que merecemos. Y ese día, no habrá dragón que nos intimide ni humo que nos nuble la vista.

One response to “Columna XXV – Dragones flácidos”

  1. Qué bien expresado me encantó esta parte “La soberbia no construye; erosiona. No escucha; impone. No protege; se protege a sí misma. Y mientras el poder siga siendo tratado como propiedad privada en vez de un servicio público, seguiremos viendo dragones flácidos disputándose el trono… mientras el pueblo, como siempre, queda afuera del castillo.”

    Brava sigue escribiendo!

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